sábado, 11 de febrero de 2012

PESCANDO A SECA A PEZ VISTO.

- INTRODUCCIÓN.


Pescar truchas a secas a pez visto (o intuido). Creo que si pudiésemos firmarlo, todos y cada uno de nosotros firmaríamos que todas nuestras jornadas de pesca se desarrollasen así, independientemente del éxito que fuésemos capaces de obtener.

No voy a entrar en aspectos como si cada vez se ceban menos en superficie, qué puede haber originado que esto sea así -ya que es un hecho que esto es así- ni tampoco en nada relacionado con el tamaño de las truchas que se ceban en superficie en relación a las que pasan más horas ocultas. Solo recomiendo que aquel al que le interese ampliar horizontes sobre todo esto se pase por el estupendo blog de los amigos de www.lineasvivas.com y revise las más recientes publicaciones.

Tampoco voy a profundizar en el tema de la selectividad respecto al color, tamaño, movilidad, etc, porque hace ya unos meses que, en líneas generales, dejé plasmada en estas páginas lo que es simplemente mi humilde opinión (http://moscas-noega.blogspot.com/2011/09/tras-los-pasos-de-edouard-manet.html).

Así pues, nos centraremos en unos pocos aspectos muy básicos y eminentemente prácticos a los que podamos sacar partido cuando tengamos la inmensa fortuna de tener ante nosotros alguna trucha comiendo en superficie.

- LOCALIZACIÓN DEL PEZ.

Aunque parezca una contrariedad, pescar truchas a seca a pez visto no siempre implica ver el pez. A veces, debido a la distancia o el tipo de cebada, simplemente sabemos donde está el pez e intuimos su tamaño, pero puede darse el caso de que no seamos capaces de verlo.

Factores como las condiciones metereológicas o lumínicas también pueden influir en la visualización y localización del pez, así como la habilidad propia de cada uno para ver los peces en cada postura.

Algunos de estos factores son mejorables y otros están absolutamente fuera de nuestro control. Por ejemplo, las truchas pueden seguir cebándose durante un torrencial aguacero de verano que según el tipo de cebada que se esté dando en el momento puede hacer que nos sea imposible localizar la posición exacta del pez (y si el aguacero va acompañado de aparato eléctrico la mejor opción es desmontar la caña, buscar refugio adecuado y esperar tranquilamente a que escampe).

Uno de los factores mejorables es nuestra capacidad para ver los peces. Durante una época tuve cierta curiosidad por encontrar algún patrón relacionado con la altura del pescador, el color de sus ojos o su manera de posicionarse en el rio en relación con la capacidad de cada uno para ver los peces. Pero a pesar de haber observado furtivamente a unos cuantos compañeros de pesca la única conclusión fue desoladora: no hay patrón posible. La realidad es que estamos hablando de algo bastante subjetivo, como aquello de la "lectura del agua". Incluso en algunos casos, como el mío propio, dependiendo del tramo de rio y de las condiciones de luz, la capacidad para localizar peces varía de forma asombrosa.  

Aun así, es posible aprender a mirar. Una buena opción días claros y en zonas de hasta unos 120 cm de profundidad es intentar localizar la sombra del pez en el lecho del rio en lugar de intentar localizar al propio pez (aplicándolo a peces que están a medias aguas).

En zonas de mayor profundidad la mejor opción es buscar un punto elevado para observar el rio desde una perspectiva oblicua cuando los peces se encuentran a medias aguas, ya que nos será imposible ver su sombra sobre las piedras del fondo.

Si los peces están cerca de la superficie las mayores dificultades que nos encontraremos dependen de la luz que tengamos en ese momento, de la meteorología reinante y de como discurran las aguas por ese tramo concreto: a mayor corriente más dificultades para localizar peces o cebadas.

Una buena costumbre que deberíamos intentar coger es la de buscar el movimiento de la cola del pez. Este movimiento incesante, una vez que aprendemos como mirar para localizarlo, hará que detectemos de manera mucho más sencilla a los peces, facilitándonos la aproximación, el lance, la presentación y en caso de hacer todo esto bien, el posible clavado y la pelea del pez.

De las gafas se ha hablado mucho. No me llevo comisión de ningún tipo, pero para mí, después de haber probado Ray-ban, Arnette, Oakley, Maui Jim, Costa del Mar, Action Optics y Serengeti, estas últimas están muy por encima de todas las demás. Ya digo que esto es una cuestión muy personal. Ninguna me ha dado el resultado que me han dado las Serengeti y desgraciadamente a partir de este año tendré que despedirme de mis Serengeti Vedi Gun Sedona que tan buenos momentos me han dado, ya que una pérdida de agudeza visual acompañada de una leve miopía me ha obligado a encargar unas nuevas gafas en una óptica. Después de seis o siete años con las Vedi supongo que se me va a hacer bastante raro, pero confío en que el trabajo de la óptica sea óptimo, con toda la paliza que les he dado respecto a los cristales seguro que se esmeran con tal de no tener que aguantarme en caso de no quedar completamente satisfecho (el que no llora no mama, ya sabéis...).

Hay también magníficos artículos sobre gafas polarizadas y fotocromáticas publicados tanto en la red como en otros medios tradicionales, así que no merece la pena extenderse mucho más en esto. Y recordemos que las gafas no solo sirven para evitar brillos y que la vista se canse menos: son las que protegen nuestros ojos, y no solo de los rayos UV. Usémoslas siempre.

- TIPOS DE CEBADAS.


Como decíamos al comienzo pescar truchas a seca a pez visto no implica obligatoriamente estar viendo al pez. Una cebada es suficiente información como para basándonos en ella saber como actuar. La siguiente entrega de este mes estará centrada en el diseño de nuestras emergentes y su utilización en función del tipo de cebada, así que aquí nos limitaremos a una somera explicación absolutamente básica:

Cebada de lomo: es una cebada suave que suele darse en aguas lentas y generalmente se relaciona con insectos que emergen lentamente. Cuando el pez asoma la cabeza rompiendo la película superficial suele estar alimentándose de insectos que derivan sobre la superficie del agua y en el caso de que no veamos la cabeza lo habitual es que se esté alimentando de insectos que están justo bajo la superficie.

Cebada de sorbo: solo asoma el hocico del pez. Como en el caso anterior suele estar asociada a insectos que emergen lentamente y dependiendo de la frecuencia de las cebadas podemos establecer la siguiente relación: cuanto mayor sea el número de cebadas más pequeño será el tamaño de los insectos y viceversa.

Cebada "fantasma": por llamarla de alguna manera... Es aquella en la que solo vemos un abultamiento del agua o como se forma una burbuja en la superficie del agua pero en ningún momento vemos al pez. Suele tratarse de peces comiendo a escasos centímetros por debajo de la superficie.

Cebadas fuertes: yo suelo despreciarlas sistemáticamente. Todas aquellas cebadas escandalosas en forma de borbotones, chapoteos, etc. suelen estar provocadas por peces pequeños y muy pequeños que se alimentan confiada y tranquilamente. Como veremos más adelante, si estamos pescando a pez visto, deberemos despreciar los peces pequeños si queremos conseguir una buena captura (y esto es lo que queremos).

También deberemos tener en cuenta otros parámetros en lo que a las cebadas se refiere. Observaremos atentamente si la trucha se ceba simplemente descolgándose uno o dos metros de su posición, si sube desde el fondo casi en vertical y vuelve al lecho del rio, si sale de su refugio cada vez que toma un insecto y vuelve al mismo una vez que se ha producido la tomada, si el pez avanza por el rio a pequeños trechos comiendo a pocos centímetros de la superficie, etc.

Como decía, en una segunda entrega nos centraremos en como afrontar cada una de estas situaciones y como diseñar nuestras imitaciones en función de la manera en la que el pez se esté alimentando.

- ELECCIÓN DE MOSCAS Y PRESENTACIÓN.

Las moscas... Ay! las moscas! Seguimos pensando que son la madre del cordero, y en realidad casi nunca lo son. Cuando pesquemos a pez visto hay unos pocos factores que deberemos tener en cuenta y que nos dará un porcentaje muy alto de éxito en lo que a la elección de las moscas se refiere: 1) nivel de flotación y forma en que flota la imitación; 2) movilidad máxima (seda limada, dubbing flojo, cul de canard, liebre ártica, moscas peludas...); 3) tamaño, perfil y silueta idóneos.

En mi caso desprecio casi totalmente el color. He comprobado en carnes propias y ajenas que muchas de esas veces en las que se supone que solo cogen el 431, el 249, el 662 o el 615 (por no hablar ya del 3277 de bobina de madera bobinada en el día de San Jorge de 1981...), como decía, que tengo muy comprobado que en esos momentos en los que parece que si no tienes la mosca perfecta más te vale irte a casa, llega una humilde oreja de liebre natural con cul de canard kaki y deja el rio vacío de truchas. Nunca he vivido un momento en el que el color haya sido determinante, tengo todos los hilos habidos y por haber, pescan mucho y bien, pero jamás, insisto, jamás el color ha marcado la diferencia por delante de los otros factores enumerados anteriormente (lo que no quiere decir que debamos ignorarlo, pero en España, en general, le damos mucha más importancia de la que realmente tiene).

Y además de todos esos factores relacionados con las moscas, hay uno que está por encima de todos ellos: nuestra capacidad de presentar la mosca al pez que queremos hacerlo, en el lugar y momento apropiado y desde el ángulo correcto.

Pez apropiado: estamos hablando de peces que vemos, que sabemos que están ahí, y que aun sin verlos, y en caso de haber varios, nuestra experiencia nos dirá cual es el mejor de todos ellos. No lancemos a la truchita de 20 cm que se ceba a la izquierda del "corro" si sabemos que tres metros a la derecha, junto a la ova, lo más probable es que esas cebadas mucho más discretas correspondan a un pez de mayor tamaño.

Lugar adecuado: ¿cómo se está alimentando esa trucha? ¿sube en vertical desde el fondo? ¿se descuelga? ¿Tiene sentido lanzar tres metros aguas arriba de una trucha que sube en vertical y baja de nuevo al fondo? Hagámonos preguntas, observemos, probemos... Cada uno podemos contar mil situaciones concretas que hemos vivido, pero nadie puede elaborar una teoría que nos diga cual es la forma correcta de actuar en cada caso.

Momento apropiado: La cadencia. La gran olvidada en nuestra pesca. Volvamos a la trucha grande y hermosa que se cebaba junto a la ova ¿cada cuánto tiempo se ceba? ¿lo hace siempre en el mismo lugar? Contemos. No tengamos la impaciencia de no darnos unos minutos antes de hacer el primer lance. No hagamos el primer lance antes de estar seguros de que allí es dónde queremos posar nuestra mosca y tener razones para posarla allí y en ese momento y no en otro. Aun haciendo esto nos equivocaremos muchas veces, cuanto más nos equivocaremos sin hacerlo!! Y tengamos en cuenta que no son tan listas como nosotros pensamos, solo tienen tres funciones básicas en su instinto: comer, no ser comidos y procrear. Tenemos la mala costumbre de adjudicarles comportamientos mas nuestros que suyos, y deberíamos hacerlo justo al revés, si quieres pescar un pez, ponte en el lugar del pez. 

Ángulo correcto: yo soy de la idea de que lo mejor es pescar lo más cerca que seamos capaces y con el bajo más largo que podamos manejar correctamente. Siento una enorme envidia cada vez que comparto jornada con algún amigo que lanza mil veces mejor que yo y con un simple rodado dinámico manda una mosca a una postura donde a mí me cuesta dios y ayuda llegar porque apenas tengo espacio detrás para el lanzado trasero. Admito que soy absolutamente culpable de esto por no haber practicado lo suficiente debido a una combinación de pereza, falta de tiempo y falta de espacios apropiados. Y como no manejo con soltura una amplia gama de lanzados de presentación a más o menos distancia no me ha quedado más remedio que aprender a moverme por el rio sin aumentar el grado de alerta y seguir la filosofía aquella de lo de la montaña y Mahoma. Es menos práctico que saber lanzar bien, pero puede acabar por hacernos el apaño a los que no hemos practicado todo lo que deberíamos (y al rio se va a pescar, no a practicar lanzado, para aprender a lanzar la primera condición indispensable es que no haya peces cerca). Avancemos sin provocar oleaje. Aprovechemos para avanzar el oleaje que provoca una leve ráfaga de viento. Si es una trucha que se desplaza observemos sus pautas de desplazamiento. Intentemos que lo primero que vea la trucha sea la mosca y alejemos de ella en lo posible la línea y el bajo. 

Y otra cuestión muy importante que a menudo no se tiene mucho en cuenta es la de levantar nuestra línea del agua. Con solo dos palabras podemos resumir este punto: sigilo y discreción. Cuando tenemos un buen ejemplar y rechaza o fallamos al clavar en el primer lance es muy frustrante. Pero si después de fallar nos da otra oportunidad y la jodemos por levantar la mosca muy bruscamente o cuando aun está relativamente cerca de nuestra trucha objetivo la situación no es frustrante, es... Intentaré guardarme la expresión para seguir con la línea de corrección que he intentado llevar hasta ahora, pero bueno, también se puede resumir en una sola palabra: MECAGOENLAXX;)::""!!!*^_[**GHR$$·"##@¬¬JYG***


- PELEA CON EL PEZ.


Sorprendentemente hemos tenido éxito antes ese dechado de sabiduría capaz de distinguir entre un 431 de bobina ajedrez y un 559 de bobina salmón: ¿Y ahora qué?

Pues como decían Siniestro Total: Ante todo, mucha calma.

Si el pez que hemos clavado tenía a otros cerca alimentándose procuraremos alejar la pelea del "corro" y mantener al pez bajo el agua, sin chapoteos. Clavaremos suave, lentamente, e intentaremos guiarlo alejándole de otras truchas cercanas sin apretar mucho, que nade, una vez que se separe, que pueden pasar unos cinco segundos, empezaremos a dirigirlo hacia nosotros. En ese momento de menor presión posterior al clavado para dejar que se aleje nadando perderemos bastantes peces hasta que le cojamos el truco, incluso de una temporada para otra cuesta mantener el punto, y sí deberemos intentar identificar rápido la entidad del pez si estábamos lanzando sobre cebada y no a pez visto, ya que si creemos que hemos clavado la más gorda del lugar ni dejar que se aleje ni nada que se le parezca. Es el momento más bonito para mí en este tipo de pesca, sentir la alegría al clavar por el éxito en la captura y pasar a la tensión de "me la traigo ya o dejo que se aleje un poco para no espantar a las demás".

Y si finalmente conseguimos traérnosla, que sea sin prisa pero sin pausa, es igual de estúpido alargar la pelea como intentar traer al pez rebotando sobre la superficie; y no hablemos ya del grotesco espectáculo del "encestado" o las carreras hacia el controlador con el pez en el fondo de una malla donde cabría un mero y el fondo de dicha malla rozando cada piedra que asoma con la trucha dentro, cuando no golpeando en dichas piedras... Y no quiero que esto se tome como un ataque a nadie, pero si algo debería regularse en la competición es el trato a los peces y al entorno en general.

Y unos leves apuntes finales: revisemos a menudo los nudos; utilicemos terminales lo más gruesos posible; utilicemos anzuelos, terminales y nudos fiables; si la trucha va rio abajo bajemos la caña hasta que el puntero casi roce el agua; si la trucha huye rio arriba o hacia la orilla intentemos reconducirla rio abajo aprovechando la fuerza de la corriente; si estamos en una zona de aguas paradas levantemos la caña y así dificultaremos la natación del pez...

Y lo más importante de todo. Una vez la hayamos llevado a la tomadera, dentro del agua y con las manos mojadas, solo nos quedará liberarla del anzuelo y contemplar como regresa a su refugio. Quizás otro día vuelva a darnos otra oportunidad si volvemos a hacerlo todo bien.

A. C. A. Madrid, febrero 2012.